Dra. Claudia Almeida

Dra. Claudia Almeida

 

Translated by Inge Guerrero

Profesora Asistente/Investigadora Principal NOVA Escuela de Medicina, Lisboa, Portugal

Becario Postdoctoral Instituto Curie, Paris, Francia

PhD en Neurociencia Weill Cornell Escuela de Medicina, Nueva York

Inspirada por la biografía de Marie Curie, la Dra. Cláudia Almeida quiso ser científica desde una edad temprana. Esta aspiración fue motivada en parte por su deseo de “escapar de una vida aburrida”. Estaba fascinada por la idea del descubrimiento científico y lo veía como una forma poderosa de llenar su vida de interés y propósito. Al saber que Cláudia quería convertirse en científica, su padre—médico de profesión—le sugirió que estudiara el cerebro porque “es la parte del cuerpo que menos conocemos” y, por lo tanto, la más prometedora para el descubrimiento. Hoy en día, Cláudia está ayudando a desentrañar algunos de estos misterios del cerebro como Investigadora Principal en la Escuela de Medicina NOVA en Lisboa, Portugal. Su laboratorio estudia cómo el tráfico neuronal contribuye a la pérdida de sinapsis en el cerebro durante el envejecimiento normal y en la enfermedad de Alzheimer.

Con las palabras de su padre en mente, después de obtener su título universitario en bioquímica, Cláudia comenzó a buscar oportunidades en neurociencia. Ingresó a un nuevo programa de maestría en neurociencia en la Universidad de Lisboa, donde los cursos abarcan desde mecanismos celulares y moleculares hasta neuropsicología clínica. A Cláudia le encantaba pensar en las conexiones entre el comportamiento de los pacientes y la biología celular subyacente. Para la parte investigativa de su maestría, trabajó en un laboratorio realizando electrofisiología en cortes del hipocampo de rata. En específico, descubrió que la adenosina—un nucleótido conocido por modular los ritmos cardíacos—podría tener un papel neuroprotector contra el estrés oxidativo, una situación en la que las especies reactivas de oxígeno se acumulan más rápido de lo que el cuerpo puede eliminarlas. Cuando su directora le sugirió publicar sus resultados, Cláudia se sorprendió y se emocionó. Se sintió orgullosa de haber producido algo que otras personas en el campo podrían querer leer.

Aunque le gustaba la electrofisiología, Cláudia sabía que, para su próxima aventura científica, quería profundizar en la función celular a una escala más pequeña. Con opciones limitadas para seguir estudiando neurociencia celular en Portugal y con el deseo de experimentar la vida en el extranjero, Cláudia solicitó y obtuvo una beca nacional que le permitiría realizar su doctorado en cualquier parte del mundo. Eligió trabajar en un laboratorio relativamente nuevo dirigido por el Dr. Gunnar Gouras en el Weill Cornell Medical College en Nueva York. Aunque también había considerado laboratorios más establecidos, conectó con Gunnar y se sintió atraída por una de las grandes preguntas que su laboratorio intentaba responder: ¿cómo afectan las características patológicas de la enfermedad de Alzheimer (EA) al cerebro a nivel molecular?

La EA se caracteriza por la acumulación de dos proteínas, una de las cuales es la beta-amiloide (Aβ). La Aβ puede desdoblarse y agregarse en “placas” extracelulares que se cree interrumpen la comunicación neuronal. Sin embargo, el laboratorio de Gouras también había observado Aβ dentro de las neuronas en regiones cerebrales sin placas, en cerebros de pacientes con EA, modelos animales de EA e incluso en ratones y ratas sanos. Curiosamente, la Aβ se encontraba a menudo dentro de endosomas, orgánulos involucrados en el tráfico de proteínas y lípidos hacia diferentes componentes subcelulares. ¿Por qué estaba allí? ¿Cómo afectaba esto a las neuronas? Cláudia notó que cada vez que veía Aβ dentro de las neuronas, su morfología sináptica no parecía normal. Descubrió que cuando cultivaba estas neuronas cargadas con Aβ durante 19 días, sufrían una pérdida de sinapsis, y eliminar la Aβ no revertía esta pérdida. Sin embargo, al observar un periodo anterior para identificar la causa de la pérdida sináptica, encontró que, después de 12 días en cultivo, las células postsinápticas tenían menos receptores de glutamato. Los receptores de glutamato permiten que las neuronas respondan a señales de otras neuronas, por lo que un cambio en su número refleja un cambio en la capacidad de respuesta neuronal. De forma notable, en esta etapa temprana, bloquear la Aβ sí fue capaz de revertir la patología y prevenir la pérdida de sinapsis. Finalmente, Cláudia descubrió que la acumulación de Aβ dentro de las neuronas estaba alterando el tráfico, reciclaje y degradación de proteínas sinápticas.

Mientras Cláudia se acercaba al final de su doctorado, su esposo buscaba puestos como profesor. Aceptó un trabajo en París, así que cuando llegó el momento de que Cláudia solicitara un puesto de postdoctorado, centró su búsqueda en París. Eligió trabajar con la Dra. Evelyne Coudrier, una investigadora principal dentro del laboratorio de biología celular dirigido por el Dr. Daniel Louvard en el Instituto Curie. Aunque unirse a este laboratorio significaba alejarse de la neurociencia, Cláudia aprovechó esta oportunidad para profundizar en su interés por los mecanismos celulares, con el objetivo de aplicar este conocimiento al estudio de las neuronas en su futuro laboratorio. El laboratorio de Coudrier estudiaba el papel de la miosina en los endosomas. La miosina es responsable de conectar el citoesqueleto de actina con los endosomas y ejercer fuerza para deformar la membrana, un proceso necesario para ciertas funciones endosomales. Cláudia se propuso determinar cómo podrían verse alterados los endosomas en células sin miosina 1b. Durante seis meses buscó desesperadamente un fenotipo endosómico en células carentes de miosina 1b, sin éxito. Sin embargo, al observar sus imágenes, notó que el aparato de Golgi (otro orgánulo) en las células sin miosina 1b a menudo se veía extrañamente compacto. Con el síndrome del impostor a flor de piel, Cláudia casi se convenció de que lo estaba imaginando. Llamó a su esposo para una segunda opinión. Al ver las imágenes, su esposo, también biólogo celular, exclamó: “¡Tienes un fenotipo!” Su investigadora principal estuvo de acuerdo, y Cláudia dejó de lado el endosoma para enfocarse en el Golgi. Finalmente descubrió una función previamente desconocida de la miosina en la red trans-Golgi: la miosina es necesaria para la deformación de la membrana del Golgi antes de que las proteínas puedan salir hacia su destino final. Estos hallazgos le permitieron publicar el gran artículo que sentía que necesitaba para asegurar una posición independiente.

Cláudia, siempre decidida a estudiar las preguntas que más le interesaban, sintió que ser investigadora principal (PI) sería la mejor manera de continuar formulando y respondiendo preguntas científicas. Sin embargo, la búsqueda de trabajo como profesora fue una etapa desafiante. Habiendo dado a luz a su segundo hijo diez días después de terminar su postdoctorado, a Cláudia le resultó difícil salir del “modo mamá” y concentrarse en formular un plan para su laboratorio independiente. Sin embargo, perseveró y solicitó varias oportunidades, enfocándose en París y Portugal. En este último caso, Cláudia albergaba una idea idealista: regresar a Portugal y usar la educación y formación que había obtenido en el extranjero para promover el progreso científico en su país. Después de visitar varias instituciones, Cláudia sintió que la Escuela de Medicina NOVA en Lisboa era especialmente adecuada para ella. Solicitó dos becas, una del gobierno portugués y otra de la Comisión Europea, para financiar su salario y su laboratorio. Pero al pasar el tiempo sin opciones prometedoras y sin noticias de las becas, Cláudia decidió postularse a empleos en la industria y otras oportunidades. Consiguió un puesto como gerente de proyectos en el Consorcio Internacional de Investigación en Enfermedades Raras en Inserm (el equivalente francés de los Instituto Nacional de Salud - NIH). Estaba entusiasmada con el trabajo y la posibilidad de aprender algo nuevo. Luego, dos meses después de haber comenzado su nuevo empleo, recibió la noticia de que le habían concedido ambas becas. Y así fue. Cláudia se mudó a Portugal para comenzar su laboratorio en NOVA.

En su nuevo laboratorio, Cláudia ha combinado su interés en la enfermedad de Alzheimer, su experiencia en biología celular y nuevos datos de genética humana para crear un programa de investigación sobre cómo el envejecimiento y los factores genéticos de riesgo contribuyen a la disfunción sináptica en la EA. El laboratorio ha descubierto que algunos factores genéticos de riesgo para la EA en realidad alteran el tráfico endosómico en las neuronas, lo que aumenta la producción de Aβ en los endosomas. Su trabajo sugiere que la patología principal en la EA podría ser una disfunción de los sistemas de tráfico endosómico y lisosómico, lo que representa un cambio de paradigma en la forma en que el campo conceptualiza la enfermedad. Aunque liderar esta investigación fue algo natural para Cláudia, aprender a gestionar un equipo fue un proceso. Al principio intentó enseñarles a sus estudiantes a trabajar como ella lo hacía, pero con el tiempo se dio cuenta de que era más eficaz enseñarles a descubrir cómo trabajan mejor ellos mismos. Cláudia ha encontrado esta evolución especialmente gratificante, y también ha disfrutado mucho enseñando a estudiantes de pregrado y maestría. Le encanta tener la oportunidad de cambiar la forma en que los jóvenes piensan sobre la ciencia y la investigación. Sin duda, muchos de estos estudiantes se irán contagiados del entusiasmo inquebrantable de Cláudia por el descubrimiento científico.

 
Dra. Joni Wallis

Dra. Joni Wallis